A la duodécima hora ininterrumpida de trabajo en la hamburguesería, al grito de “sirva usted dos raciones grandes de papas fritas”, el empleado respondió blandiendo el Estatuto de los Trabajadores. Al quincuagésimo día de trabajo ininterrumpido, al grito de “¡una pizza tropical con cebolla, atún y berenjenas!”, el ex empleado de la hamburguesería respondió mostrando el Estatuto de los Trabajadores. Al enésimo día en el paro, al grito conyugal de “¿qué vamos a comer hoy!”, el ex empleado de la pizzería respondió con un gesto digno: arrancó la página del artículo 4 del Estatuto de los Trabajadores, la de los derechos laborales básicos, y la mojó en la yema de dos huevos.
Publicado el 11/8/2008 en HIPERBREVES
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