En el teatro de la vida, la gente ríe y llora mientras los políticos actúan sobre las tablas y, disimuladamente, mueven los hilos que controlan la platea. Entre bambalinas, los mercados marcan el paso de sus títeres con finos cordeles invisibles e irrompibles. Más arriba, donde cuelga la tramoya, unos pocos disfrutan del espectáculo mientras organizan la maraña de hilos y se reparten, a partes desiguales, toda la recaudación.
Publicado el 14/1/2011 en HIPERBREVES
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