5. Somos mayoría quienes vivimos en una auténtica inversión de valores sociales.
La economía basada en la creación de mercancías, bienes y servicios, la laboriosidad, la ética cívica, el rigor en los conceptos y palabras, el uso productivo del ahorro ciudadano, el respeto al ámbito legal en la contratación, remuneración y previsión de futuro de los asalariados, ha sido sustituido por la economía del pelotazo, el negocio fácil, el tente mientras cobro, los contratos basura, la segregación laboral según el sexo y la situación de embarazo en el caso de las mujeres, la amenaza de despido como herramienta omnipresente en las relaciones laborales, las promesas de inversiones fáciles y lucrativas que han desembocado en estafas hechas a los ahorros de capas populares y medias; y en general toda una amplia gama de contravalores basados en el individualismo, el consumismo y un hedonismo cutre.
La filosofía basada en el negocio fácil, rápido y de alta rentabilidad se ha constituido en la médula de informes y programas económicos de la “modernidad y las altas finanzas”. Ha llegado a la Universidad y presidido sus reformas y adaptaciones al mercado y su cuerno de la abundancia; ha subvertido los valores de estudio, esfuerzo, tesón y dedicación inherentes a la actividad educativa; una actividad en la que lo importante son los gráficos, las estadísticas y el panel sobre el que se desarrollan las mentiras que obvian situaciones familiares, profesionales de los docentes y del sistema educativo en general. En la mentalidad media de alumnos y familias se ha instalado el conformismo evidenciado en la pregunta ¿estudiar para qué?
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