«¿Vivir yo en un piso? Eso sería como llevarme a la cárcel». Paulino está a punto de cumplir 18 años, los mismos que lleva viviendo en los terrenos de la antigua Conservera Celta. Nunca conoció otra cosa y, por lo que habla, tampoco tiene ganas de ello. Junto a Alfonso, de la misma edad, desmonta las piezas de un coche. «Lo nuestro es la chatarra», explica el segundo. Viste una funda de obrero. «Descontando el gasoil, en una semana buena te puedes sacar unos 150 euros -detalla-. Luego está la ría, como furtivo. Yo siempre me he buscado la vida».
Tanto Paulino como Alfonso se definen como solteros. Eso, según ellos, los excluye de las ofertas municipales de un realojo. En el 2013 diez familias han aceptado el itinerario propuesto por el Ayuntamiento dentro de su plan contra el chabolismo. Fueron 29 personas, 15 de ellas menores de edad. La mayoría viven ahora en pisos de alquiler. Pero suponen solo una pequeña parte. En el poblado quedan más de 150. Desde María Pita se admite desde hace tiempo que la cosa va para largo. (LEER TODO)
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