Llegas a la oficina directamente de la discoteca. Estás sudando, sientes como tu corazón bombea a destajo y miras a tu alrededor aturdido y confuso, como si todos los seres y las cosas que ves formaran parte de otra película.
Sentado frente al ordenador, todas las drogas que tomaste anoche te impiden resucitar como broker. Estás nervioso y tratas de no mirar a ninguno de tus compañeros de Cantor Fitzgerald. La música y los focos de la discoteca se te aparecen a ráfagas entre el sonido de las teclas y los teléfonos.
Una gota de sudor cae por tu sien, buscas refugio en la ventana del piso 103 y ves venir un Boeing 767. Apartas la vista enseguida y juras que mañana, día 12 de septiembre, vas a dejar las drogas. Nunca te hizo falta.
Publicado el 2/4/2007 en HIPERBREVES
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