Dos años después de su espectacular eclosión callejera, el movimiento 15-M ha perdido visibilidad y poder de convocatoria, como se vio en las concentraciones del domingo, pero su influencia en la sociedad sigue siendo indiscutible. Su reto ahora es reinventarse para ser más eficaz y logras objetivos concretos.
Uno de sus grandes logros ha sido «canalizar el malestar social para convertirlo en protesta colectiva y en la repolitización de la sociedad», señala el profesor de Ciencia Política Jaime Pastor, experto en movimientos sociales.
Para Salvador Martí i Puig, profesor de Sociología en la Universidad de Salamanca, el 15-M fue «un síntoma del malestar, la convergencia de muchas luchas y marcó un cambio de ciclo en España, el fin de 40 años de estabilidad institucional, que aún nadie sabe qué nos va a deparar». El politólogo Ignacio Urquizu destaca como gran aportación «haber colocado en la agenda temas relevantes de reforma democrática». Hace dos años casi nadie hablaba de transparencia, la ley hipotecaria o la ley electoral, y ahora están en el centro del debate. Los escraches, las diferentes mareas de colectivos afectados por los recortes o las acciones contra los desahucios llevan su sello.
Como señala Fermín Bouza, catedrático de Opinión Pública, «ha calado y se ha disuelto en la sociedad». Pero de sus entrañas surgen iniciativas que buscan objetivos determinados: Toque a Bankia, 15MpaRato, Auditoría de la Deuda y, por encima de todas, la PAH, que ha supuesto su mayor éxito. «El 15-M ha demostrado la utilidad y eficacia de distintas formas de acción colectiva basadas en la desobediencia no violenta» (LEER TODO)
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