De lunes a sábado te levantas a las siete de la mañana, te duchas, te vistes y desayunas un café con leche y tres galletas con fibra. Al doblar la esquina, tomas la línea 4 del metro y sesteas durante seis paradas. Caminas cinco minutos por las calles de tu polígono industrial y fichas a la entrada de la fábrica. Trabajas ocho horas encajando piezas idénticas y sólo paras tres veces: dos para ir al baño y una para comer en silencio. Cerca de las siete de la tarde regresas a casa, cenas poco y te tumbas en el sillón a ver cualquier cosa por televisión. No sales, no tienes amigos ni amores. Nadie te llama, excepto algún familiar lejano en fiestas de guardar. Por eso, cuando te das cuenta de que no haces otra cosa que existir, decides cambiar. Hoy saliste a la calle por la ventana de tu séptimo piso puerta B.
Publicado el 8/4/2008 en HIPERBREVES
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