Llegó el niño y se puso a hablar de compartir, de plantar árboles, de cuidar a los animales, de no tirar la comida, de respetar a los demás, de hacer caso a las normas... Pronto le pedimos que se callara, que dejara de incordiar. Y entre todos los mayores le hicimos madurar a base de regalos, monedas y una creciente propiedad privada.
Publicado el 24/6/2011 en HIPERBREVES
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