Cada vez que cometo un error importante recuerdo la mano enorme de mi padre. Intento hacer desaparecer la cabeza entre los hombros y me siento muy pequeño, como entonces. Cada vez que cometo un error grave recuerdo la mano de mi padre. La que me daba. La que me daba para decirme: "Venga, hijo, que no pasa nada".
Publicado el 10/9/2010 en HIPERBREVES
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